Esto no es un epitafio para Javier Krahe


<<Envidiarán un poco al eterno veraneante
que va en hidropedal sobre la playa soñando
y  pasa su muerte de vacaciones>>

Decía Samuel Beckett que no existe pasión más poderosa que la pasión por la pereza, y parece ser que dicha pasión (la cual no requiere de esfuerzo alguno), ha empujado a Javier Krahe a decidir descansar en paz en este cálido domingo estival.

La noticia nos ha pillado a todos por sorpresa , incluso a los de mi generación, esos que veíamos a Krahe como un adorable abuelito, gamberro y gruñón, que entre risas nos enseñaba las verdades de la vida. Y es que, bajo aquel semblante serio de barbas plateadas y bigote oxidado, se escondía un fino e irónico sentido del humor. Pura sátira.

Mucho hemos aprendido de este ingenioso ácrata de pensamiento hippie y comportamiento burgués, aunque pocos hemos podido seguir sus pasos, ya que pocos hemos tenido la valentía de responder con indiferencia a esta capitalista cultura moderna del esfuerzo y del trabajo frente a la que el siempre defendió, con uñas y dientes, su derecho a no hacer nada. Sin embargo, quizás casi sin darse cuenta, hizo algo más que mucho y nos dejó un extenso legado de canciones alejadas de la monótona bipolaridad del cantautor que se bambolea entre el empalagamiento de amor y la melancolía del corazón roto.

Pero el genio nos ha dejado. Hace unos meses amenazaba con tomarse un año sabático y, parece ser que ese año se va a alargar algo más... Hace poco, Pablo Iglesias le hizo una entrevista en el programa Otra Vuelta de Tuerka y, cuando éste le pregunta por una canción de referencia, él, sin mostrar duda alguna, contesta con La súplica para ser enterrado en la playa de Sète de su admirado George Brassens, afirmando que jamás alcanzaría tal nivel de lenguaje y forma de narrar. En dicha canción, Brassens canta los siguientes versos:

<<Justo a orillas del mar, 
a dos pasos de las olas azules,
cavad, si es posible, un pequeño hoyo mullido, 
un buen nicho pequeño.
Cerca de mis amigos y los delfines, 
a lo largo de esta costa
donde la arena es tan fina 
sobre la playa de La Corniche.
Es una playa donde 
hasta en los momentos más furiosos
Neptuno nunca es tomado 
demasiado en serio.>>

Curioso e irónico que aquella canción cuya composición le parecía inalcanzable se haya parecido tanto a su muerte, pues de una forma totalmente involuntaria e inconsciente ha acabado haciéndole caso a su amigo Sabina y se ha venido al sur a morir, más concretamente a su Zahara de los Atunes, cerca del mar, ya que alguien tiene que ocuparse de él.



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